martes, 7 de octubre de 2008

El más difícil todavía






El último arbolito que acompaña en el ático de la estantería al bosque de los libros consumados es OPINIONES DE UN PAYASO, de Heinrich Teodor Böll.







Nos encontramos sin buscarnos en una librería clandestina que dobla jornada atendiendo a los peregrinos embriagados de la noche. Entre cañas y chatos de vino, cáscaras de pipas y cacahuetes, un espontáneo recolectó del suelo una amplio abanico de paquetes de tabaco a los que dotó hábilmente de personalidad. A este otro desconocido quise proponerle el reto de describirme a través del envoltorio de exhalaciones nicotínicas que guardaba yo en mi bolsillo; el susodicho objeto era un extraño más, bienvenido del bolso de la madre de Sergio.


He de matizar, rebelarme y romper una lanza a favor de los fumadores que han de mendigar en las tascas, tabernas y demás garitos de alterne para lograr el distintivo de nuestra adicción.

- ... Perdona, ¿puedes darme cambio para la máquina...?
Desde luego, esta no es una tarea que les competa, son infrecuentes los llamados vocacionalmente a este gremio.

- ... Eh... ¿hay que darle al botón?
Y desde aquí, agradezco a todos ellos que cuelguen el puto mando de la barra y vierto una lágrima por el kioskero de la estación de alcorcón que sin darle importancia alguna incluía a mi abastecimiento, un paquete de cerillas...
- ... ¿Y podrías darle otra vez?

Aquel Anthony Blake urbano logró arrancarme una amplia carcajada acompañada de aplausos y admiración incrédula, y he de decir que mi boca es un candado de dicción escéptica. De esta manera exaltada y puede que en un punto de la conversación profundo para una panda de beodos incapaces de mantenerse tan siquiera sentados, di con un ejemplar de temprana edición, rodeados tal y como estábamos de torres imposibles de encuadernaciones apiladas. Me tambaleé hasta la barra y traté de comunicarle aquella señora o señor (no recuerdo) quería adquirir aquel ejemplar, resultó un precio elevado para ser de segunda mano pero dos años después sé es un tesoro con erratas de paginación.

Reconozco también, las historias con encanto -remitiendo a Savater- han de tener su instante detrás de los ojos de quién las percibe. Ahora era ese momento, cuando las conclusiones vitales de autoridades resultan banales y las trivialidades grandes revelaciones: de un payaso que colecciona recuerdos.

1 comentario:

Katrina Van Dassos dijo...

Madre de dios.

Qué jodidamente grande...... eres.

Y el Blake ese también, menudo prenda, ¿que no?.

"era ese momento, cuando las conclusiones vitales de autoridades resultan banales y las trivialidades grandes revelaciones: de un payaso que colecciona recuerdos."
Delicioso.Sin más.


PD:Creo que ha sido usted perfectamente capaz de enlazar beodologs. Haré lo propio.